¡Madre mía!, ¡qué felicidad cuando mi amiga Sofi extrajo del bolsillo interior de su abrigo una bolsaza de míticos kikos Churruca!. ¡¡¡Sacados curiosamente de un bar portugués de Leipzig!!! así me saben mucho más ricos... claramente. Fíjate lo que hace el destino a veces para que comas kikos en Kraków.
Si es que cualquiera lo sabe, los kikos son parte de la vida... y de todas las etapas, cuentan los comprados en la niñez de los domingos por la mañana después de ir a misa, jajajaja, los de la adolescencia sentada con mis amigas en la puerta de Disco Kaly con kikos y pipas y de los de la vida adulta con unas cañas en el bar del barrio viendo la Champions. ¡¡Qué crack!! Sofi, tú si que sabes... Graciñas.