domingo, 13 de abril de 2014

Vicente Master Chef

 
esperando impaciente en Most Grunwaldzki



Hace unos días, regresando del trabajo paré en TESCO para hacer la compra. Me sentía híper saturada por el mogollón de dulces de pascua que había por todos los pasillos, conejos, corderitos y huevos de chocolate a mansalva…  y huyendo de las secciones alimenticias me sumergí  sutil pero conscientemente en la zona de juguetes donde mi imaginación cobra un peligro que desborda.
Allí encontré una caja llena de playmóbiles que venían en sobres sorpresa, había nueve modelos y pensé, “¿qué es una casa sin un buen playmobil?”... recordé mis anteriores hogares con estanterías cubiertas de playmóbiles y pinipones vigilantes en cada esquina, ¡hasta en la nevera se metían!, y me dije: “¡Allá voy!”. Sumergí con los ojos cerrados la mano en caja de sobres sorpresa, revolví un poco y extraje uno al azar. Fui a la caja, pagué y corrí a la parada del tranvía. Había llovido mientras estaba en el supermercado y el olor a lluvia fue un regalo para sumar a la felicidad del momento. Llegó el tranvía, monté y abrí mi mochila donde tenía el sobre mágico, las piezas de plástico duro hacían que el paquetito sonase como unas maracas estropeadas al agitarlo, porque claro está, estas cosas son como cualquier spray: “agitar antes de usar”. Y por fin: abrí el sobre y descubrí que me había tocado ¡¡el playmobil caballero!!, ¡joder qué mierda!, soñaba con el playmobil negro que tiene pelo a lo afro y pelota de baloncesto o con el playmobil Elvis (un rey para la casa)… no sé… ¡cualquier otro playmobil!. Pero eso no frenó mi excitación por armarlo rápido, todo su cuerpo venía desmontado, es la primera vez que veía un playmobil totalmente descompuesto… y tenía muy poco tiempo pero lo conseguí entre las paradas desde Kobierzyńska a Most Grunwaldzki…  donde bajé corriendo para coger el bus hasta mi casa y llegar lo antes posible para ver bien el playmobil . Llegué a mi cocina y lo puse encima de la mesa con todas las cosas que traía en el sobre… armadura, escudo, unas cosas espantosas para los brazos, cinturón… pensé: “madre mía, qué de mierda de plástico…”, cuando descubrí que me quería decir algo el  playmobil,  me acerqué y escuché: “me llamo Vicente” y me señaló la espada de caballero, entendí que la quería coger y quería quitarse el resto de cosas y ohhhhhh, desde luego ahora parecía otro, eso me tranquilizó bastante, salí un momento  de la cocina y al volver Vicente había cocinado una fantástica ensalada de rúcula, naranja, manzana, queso y nueces!!!! Y todo eso con su fantástico cuchillo de chef contemporáneo en forma de espada. Así que guardé de vuelta el resto de su innecesaria indumentaria de caballero en el sobre de plástico donde viajó probablemente desde China hasta mi hogar y ahora Vicente gobierna felizmente mi cocina, cuchillo en mano dispuesto a sorprenderme con exóticos sabores y novedades culinarias.